CAPÍTULO DOS. PRIMERA PARTE.
No sabía que decir. Inconscientemente recordó el día en que le vio por primera vez. Pelo negro, ojos grises, enmarcados por largas y negras pestañas, rostro anguloso...era increíblemente atractivo. Mientras Alice se perdía en sus recuerdos, Daniel se levantaba con dificultad.
-Erik-susurró ella sin querer.
-Alice, ¿estás bien?
-S...sí-contestó volviendo a la realidad.
De repente recordó que Daniel estaba herido, se dio la vuelta para ayudarle, pero este ya estaba curado. Lo único que demostraba que hace un momento había sido atacado eran los cortes de su camiseta negra.
-¿Qué quería esa chica?-preguntó Alice sin dirigirse a nadie en particular.
-Vuestros colgantes.
Tanto Daniel como Alice se llevaron instintivamente la mano a la piedra, como si quisiesen protegerla.
-¿Y para qué querría tal cosa?-preguntó Daniel.
-No lo sé.
Los chicos no parecían llevarse muy bien, por lo que la joven decidió intervenir antes de que se empezasen a pelear de verdad.
-¿Qué tal si bajamos al salón? A mí, por mi parte, me gustaría ver cómo se encuentra Addie.
-Bien.
-Vale.
Daniel fue corriendo a sentarse con su hermana.
-Bueno...¿alguien me explica quién era esa chica y por qué ha intentado matarnos?-preguntó Alice, bastante nerviosa.
-La pregunta correcta es ¿qué era esa chica? Respuesta: un demonio.-explicó Erik.
-Y la pregunta más importante, ¿de dónde has sacado esa daga?
-De mi cinturón.
-Vale, pregunta para Dan, ¿cómo te has curado tan rápido?
-Utilizando mi estela.
-Utilizando tu...¿qué?
Sacó una especie de varita luminosa terminada en punta.
-Esto es una estela. Todo cazador de sombras ha de tener una.
-Todo, ¿cazador de sombras? Podríais ser más explícitos.
-Un cazador de sombras es un humano que tiene su sangre mezclada con la de los ángeles y se dedica a matar demonios.
-Ahhh...Ahora está todo mucho más claro.-sarcasmo.
-¿Cómo la han matado?-preguntó Erik señalando a la madre de Daniel y Addie.
-Le han hecho una runa asfixia-respondió esta última rompiendo su silencio.
-Además, su madre ha desaparecido y se suponía que debía estar aquí.-completó Daniel señalando con un movimiento de barbilla a Alice.
-Por lo que me dices, deduzco que su madre también era nefilim.
-Seguramente, mamá nos dijo que una antigua amiga cazadora de sombras estaba en Nueva York.-dijo Addie.
-Y por la Lágrima de Ángel que llevas deduzco que esa amiga era, efectivamente, su madre. Además, la has activado.-puntualizó Erik.
-Bueno, ¿y eso qué significa?
-Significa que tú también eres una cazadora de sombras.-explicó Daniel pacientemente.
-A ver si me aclaro, pretendéis que me crea que soy una cazadora de sombras, al igual que vosotros, que tengo sangre de ángel, que la chica que has matado era un demonio y que han secuestrado a mi madre por ser también como nosotros.
-¿Acaso tienes algo mejor que hacer? Estoy abierto a nuevas teorías.-replicó Daniel en tono burlón.
-Y no te olvides de que a su madre la han matado con una runa de asfixia.-completó Erik, mordaz.
-Dos preguntas:¿qué es una runa? Y ¿Qué es una Lágrima de Ángel?
-La respuesta a tu primera pregunta es que son unos tatuajes, unos permanentes y otros no, que según su significado hacen una cosa u otra. En respuesta a tu segunda pregunta, lo único que sé es que son dos piedras gemelas que cuando se activan adquieren el color del aura de la persona que los activa. Normalmente se corresponde con su color de ojos.
-En fin, supongo que no tengo ninguna teoría mejor. ¿Qué vamos a hacer?
-Pues investigar para qué sirven las piedras, averiguar qué hacían vuestras madres con ellas y qué ha sido de la tuya.
-Bien, ¿por dónde empezamos?-preguntó Addie.
-Por última vez Meredit, ¿dónde están las Lágrimas del Ángel?
-Que te jodan Cedric.
-No, que te jodan a ti.
Se inclinó y le dibujó la quinta runa de sinceridad. Había resistido bien a las otras cuatro, o relativamente bien, pero no lograría mantener la boca cerrada mucho más.
-Te lo preguntaré una vez más, ¿dónde están las piedras?
Meredit sintió ardientes deseos de confesarlo todo, pero se acordó de su hija y de todo lo que había hecho por mantenerla a salvo. Notó que el poder de las runas la vencía. La estancia se empezó a difuminar. Cada vez la veía peor. La oscuridad se cerró ante sus ojos y, dejando caer la cabeza sintió que quedaba libre de sus ataduras. Cerró los ojos con sus últimas fuerzas, pero en su último instante de vida la voluntad le falló y susurró con su último aliento:”Alice”. Mantener la boca cerrada le había costado la vida.
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